miércoles, 30 de noviembre de 2011

Sobre la bocina ...

Haciendo caso a la cariñosa amonestación del profesor Grima, os dejo aquí unas líneas que intentan tapar las vergüenzas de Noviembre. Siempre fue pudoroso este mes, demasiado para dejarlo huérfano de entradas y de letras. Bastante ha tenido con que los vientos desnudaran árboles, patios y arriates.

Paradójicamente –o no tanto- la inactividad de este blog responde, vosotros lo sabéis, a una hiperactividad académica e intelectual, a veces insoportable, a veces motivadora, a veces ilusionante y otras … qué manía con definirlo todo.

La actividad es actividad y punto, lo que ocurre es que, entre las muchas manías de los filólogos, está la de amontonar palabras, amontonarlas verticalmente, añadiendo adjetivos, matices y significados íntimos a aquello que queremos decir.

Y es que las palabras nos definen, tanto las palabras que decimos, como aquellas que retenemos y zumban en nuestra cabeza durante horas. Sí, ya sé que suena a tópico: el músico te dirá que somos ritmo, el cocinero que somos los que comemos, el bailarín que somos lo que nuestro cuerpo quiere que seamos … inquietante interpretación esta última para alguien de mis características … o no.

¿Verdaderamente somos moldeados, determinados por nuestro cuerpo? Ahora os parecerá una pregunta absurda, sin sentido, pero me viene bien para la siguiente entrada, que espero publicar antes del día 3 ...

4 comentarios:

  1. Amigo Jose... ya te estaba yo echando de menos, y ahora... sobre la bocina, vienes con lo que parece ser (aunque apriori pensé que sería lo contrario) una soberbia reflexión sobre prácticamente todo...

    Pues mira, no. Copón.

    ¿verdaderamente somos moldeados, (ay esa coma) determinados (espectacular aclaración) por nuestro cuerpo?

    Absurda dice... creo que es la pregunta más brutal que he oído en mucho tiempo... bueno... voy a pensar...

    De toda la vida me han dicho que tengo aspecto de portero de discoteca, o de segurata... de modo que en principio, o al menos en mi caso, la respuesta es no.

    Sin embargo he de admitir que la pescadera de mi barrio tiene una cara de pescadera que no puede con ella.

    ResponderEliminar
  2. Los seres humanos somos simples y nuestra mente tiende a simplificarlo todo. Tu pescadera no tiene cara de pescadera, es la cara que te ha vendido pescado toda tu vida o durante los últimos años. Así lo veo yo. Intento desarrollar y relacionar esta idea con otras en la siguiente entrada. Ya me dirás si lo he conseguido ... si te apetece, claro :-).
    PD: Chapa, ninguna. Gracias por el comentario.

    ResponderEliminar

Dialogar es lo que da sentido al lenguaje. Deja tus palabras aquí. Gracias.